Nació en Girona en el 970. Era el tercer hijo de los condes de Cerdenya y Besalú (Girona), Oliba Cabreta y Ermengarda, y nieto de Wifredo el Velloso.
Fue un escritor y eclesiástico catalán. Tras la renuncia de su padre, en el año 988, Abad Oliba pasó a ejercer, junto a su madre y sus hermanos, las funciones condales sobre el patrimonio territorial de la familia. En el 994 se dividieron los estados patrimoniales de la familia entre los herederos, y Oliba pasó a ejercer el cargo de conde, junto con su otro hermano Guifré, en los territorios de la Cerdanya, el Confleut, Berga y Capcir. Renunció a sus derechos para hacerse monje en el monasterio benedictino de Ripoll, del que llegó a ser abad en 1008. Ostentó desde entonces los títulos de abad de Santa María del Canigó y de San Miguel de Cuixá.
En 1018 Oliba fue escogido obispo de la población catalana de Vic. En este cargo supo combinar perfectamente sus cargos de abad y obispo, y desplegó una intensa actividad judicial y conciliar en defensa de los bienes y de los feligreses de su diócesis, amenazados por continuas incursiones francas y musulmanas. Gran amigo de Sancho III de Navarra, favoreció los contactos culturales con Europa.
Su labor cultural fue notable y dio impulso a la arquitectura románica catalana, que se plasmó en las construcciones de los monasterios de Ripoll y Cuixá y en el ensanche de las naves de la catedral de Vic. Gracias a su impulso intelectual, el archivo del monasterio de Ripoll se engrandeció con setenta y un códices nuevos a los que protegió con el decreto de excomunión inmediata para todo aquel que osase robarlos o dañarlos.
Fue también destacable su labor literaria. Impulsó desde el scriptorium del gran monasterio de Ripoll la cultura de su tiempo, de forma que este alcanzó fama de ser el centro primordial de traducción al latín de los importantísimos manuscritos árabes, así como del griego o latín. Escribió una carta conciliar a todos los cenobios de su orden, varias epístolas a reyes, prelados y magnates y una memoria en la que dejó una serie de reglas y documentos referentes al gobierno del cenobio a sus sucesores. Finalmente, el 15 de enero del año 1032, Oliba consagró la basílica de Santa María de Ripoll, cuyas obras había dirigido y asesorado, como un centro religioso e intelectual de primera magnitud.
Murió en el monasterio de Cuixá en 1046.